CAP. XXII: Se refutan las necedades de Tilemannus.

Tilemannus Heshusius, en el libro que tituló Sobre los seiscientos errores de los Pontificios, debió haberlo titulado Sobre los seiscientos engaños de los luteranos. Ha dedicado un capítulo entero al Anticristo, es el título 33, y abarca cuatro errores. Así pues, dice:

PRIMERO,

los Pontificios dicen que el Anticristo vendrá de Babilonia y de la tribu de Dan. Compendio de Teología, libro 7, capítulo 8.

Le damos las gracias a Tilemannus, por enseñarnos que los Pontificios son tan antiguos y tan santos. Pues si los Pontificios son aquellos que dicen que el Anticristo vendrá de la tribu de Dan, ciertamente son Pontificios Ireneo, Hipólito, Ambrosio, Agustín, Próspero, Teodoreto, Gregorio, Beda, Arethas, Ruperto, Anselmo y Ricardo. Todos estos, como mostramos más arriba en el capítulo XII, enseñan por consenso común que el Anticristo nacerá de la tribu de Dan. Pero prosigamos.

SEGUNDO,

los Papistas niegan que el Pontífice Romano, junto con su séquito, sea el verdadero Anticristo, cuando esto se prueba y se demuestra con clarísimos y poderosos testimonios de la palabra divina.

Pero nosotros aún no hemos visto esos testimonios; no se encuentran en nuestras Biblias, ni en las hebreas, ni en las griegas, ni en las latinas. Los testimonios que vuestros seguidores aportan ni siquiera mencionan al Pontífice Romano.

TERCERO,

enseñan que el Anticristo solo reinará durante tres años y medio. Compendio de Teología, etc.

Aquí te damos infinitas gracias por admitir que los Papistas son no solo todos los antiguos Padres, sino también el profeta Daniel y el evangelista Juan. Y, ciertamente, me das lástima tú y los tuyos, a quienes solo dejas la escoria de los escritores, mientras remites a los Papistas a todos los Padres doctos y probados. Si te place, revisa lo que enseñamos más arriba en el capítulo VIII, y encontrarás que los siguientes enseñan claramente lo que afirmas que enseñan los Papistas: Ireneo, Hipólito, Cirilo, Jerónimo, Agustín, Teodoreto, Primasio, Arethas, Beda, Anselmo, Ricardo, Ruperto, e incluso Daniel y Juan.

CUARTO,

enseñan que el Anticristo será asesinado en el Monte de los Olivos. Compendio de Teología, libro 7, capítulo 14.

Aquí también haces a los papistas grandes hombres. Pues, si decimos que el Anticristo será asesinado en el Monte de los Olivos, es porque San Jerónimo lo infiere de Daniel e Isaías en su comentario sobre el capítulo 11 de Daniel. Teodoreto, en su comentario sobre el mismo pasaje, aunque no menciona específicamente el Monte de los Olivos, afirma que el Anticristo será asesinado cerca de Jerusalén. Pero veamos ahora con qué argumentos refutas los errores mencionados. Inmediatamente aportas un antídoto con estas palabras:

"Las necedades pontificias sobre el Anticristo, porque no se basan en ningún testimonio de la Sagrada Escritura, deben ser rechazadas y detestadas. Pues, como bien dice Jerónimo, lo que no tiene autoridad en las Escrituras se desprecia con la misma facilidad con que se afirma. Y Pablo nos advierte que nos cuidemos de las tradiciones de los hombres (Colosenses 2): 'Esto lo digo para que nadie os engañe con razonamientos falsos,' etc. También: 'Mirad que nadie os engañe por medio de la filosofía,' etc. Debemos buscar en la palabra de Dios lo que se ha de creer sobre el Anticristo, como dice 1 Juan 2: '¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el Anticristo.' También en 2 Tesalonicenses 2: 'El hombre de pecado, el hijo de perdición, se ensalzará por encima de todo lo que se llama Dios,' etc. También en Mateo 24: 'Surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes señales,' etc. También en Daniel 11: 'Y hará del dios de las fortalezas su dios.' Y en Apocalipsis 17: 'Y vi a la mujer embriagada con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús.' De estos testimonios de la Sagrada Escritura queda claramente demostrado cuál es la fe cristiana sobre el Anticristo, que Cristo y los Apóstoles predijeron que vendría. Y, dado que es más claro que la luz del mediodía que todas estas cosas concuerdan perfectamente con el Pontífice Romano, no debe haber duda de que ese tirano romano es el verdadero Anticristo."

Así habla él.

No será molesto, creo, para el lector paciente que pongamos estos argumentos tuyos en forma de silogismos, para que, de ellos, podamos concluir claramente la refutación de los errores anteriormente mencionados. Así pues, el PRIMER error es refutado de esta manera: "Las necedades pontificias, porque no se basan en ningún testimonio de las Escrituras, deben ser rechazadas y detestadas. Pero la palabra de Dios clama:

'El que niega que Jesús es el Cristo, este es el Anticristo' (1 Juan 2). Por lo tanto, es un error decir que el Anticristo vendrá de la tribu de Dan."

El SEGUNDO error se confuta así: "Como bien dice Jerónimo, lo que no tiene autoridad en las Escrituras se desprecia con la misma facilidad con que se afirma. Pero Pablo dice:

'El hombre de pecado y el hijo de perdición se ensalzará por encima de todo lo que se llama Dios' (2 Tesalonicenses 2). Por lo tanto, los papistas yerran al negar que el Papa sea el Anticristo."

El TERCER error se refuta así, y con más fuerza, porque se basa en dos Escrituras: "Pablo dice:

'Esto lo digo para que nadie os engañe con razonamientos falsos,' etc. (Colosenses 2). Y Mateo 24: 'Surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes señales,' etc. Por lo tanto, el error de los pontificios es intolerable, que dicen que el Anticristo reinará por tres años y medio."

El ÚLTIMO error se refuta así, y con gran fuerza, porque se basa en tres Escrituras: "Pablo advierte:

'Mirad que nadie os engañe por medio de la filosofía,' etc. (Colosenses 2). Pero el Anticristo 'hará del dios de las fortalezas su dios' (Daniel 11). Y Juan vio 'a la mujer embriagada con la sangre de los santos' (Apocalipsis 17). Por lo tanto, los papistas yerran completamente cuando dicen que el Anticristo será asesinado en el Monte de los Olivos."

El lector benévolo perdonará que haya respondido a Tilemannus de manera tan ridícula. Pues la impudencia de este hombre me obligó, quien, a pesar de no aportar nada digno de refutación, se jacta y se gloría como si hubiera presentado demostraciones más ciertas y claras que las matemáticas.

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