CAP. VI: Sobre el Pontífice, considerado como una persona particular.

Cuarta proposición: Es probable, y puede creerse piadosamente, que el Sumo Pontífice, no solo en su calidad de Pontífice no puede errar, sino que también, como persona particular, no puede ser hereje, es decir, no puede creer obstinadamente algo falso contra la fe.

Esto se prueba PRIMERO, porque así lo parece requerir la suave disposición de la providencia de Dios. Pues el Pontífice no solo no debe ni puede predicar herejía, sino que también debe enseñar siempre la verdad; y sin duda lo hará, ya que el Señor le ordenó confirmar a sus hermanos en la fe, y por eso añadió: "He rogado por ti, para que no desfallezca tu fe"; es decir, que al menos no desfallezca la predicación de la verdadera fe desde su trono. Pero, ¿cómo podría, me pregunto, un Pontífice hereje confirmar a sus hermanos en la fe y predicar siempre la verdadera fe? Ciertamente, Dios puede arrancar de un corazón hereje la confesión de la verdadera fe, así como puso palabras en la boca de la asna de Balaam en tiempos pasados; pero sería algo forzado y no según la costumbre de la providencia de Dios, que dispone todas las cosas suavemente.

SEGUNDO, se prueba por la experiencia; pues hasta ahora ningún Papa ha sido hereje, o ciertamente no se puede probar de ninguno que haya sido hereje. Por lo tanto, es un signo de que no puede serlo. Para más detalles, véase a Pighio.

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