CAP. X: Que los infiernos son lugares subterráneos distintos de los sepulcros.

Con respecto a lo primero, se puede conocer la ubicación de los infiernos por el uso de este término en las Escrituras hebreas, griegas y latinas. No hay duda de que la palabra latina "infernus" se refiere a algo distinto del sepulcro, ya que significa algo inferior a nosotros, y como no hay nada más bajo que el centro de la Tierra, necesariamente se entiende que los lugares de los infiernos son profundos y subterráneos. Sin embargo, a los adversarios no les preocupa mucho el nombre en latín, ya que las Escrituras fueron escritas originalmente en griego y hebreo.

El nombre griego que encontramos en Mateo 16, Lucas 16, Hechos 2 y en cualquier lugar donde en latín se menciona "infernus" es ἅδης (Hades). Teodoro Beza afirma en Hechos 2 que generalmente se entiende como sepulcro, aunque a veces entre los poetas se refiere al lugar de los condenados. Esta afirmación es una evidente impudencia. Porque, dejando de lado que en griego "sepulcro" se dice τάφος, no ἅδης, de donde proviene el término "epitafio" usado también en latín para las inscripciones sobre las tumbas, es evidente que en Mateo 11 cuando se dice sobre Cafarnaúm: "Y tú, Cafarnaúm, serás elevada hasta el cielo; descenderás hasta el infierno", no puede interpretarse ἅδης como sepulcro. De lo contrario, sería una antítesis ridícula, ya que el cielo está a miles de estadios de la superficie de la Tierra, donde se encontraba Cafarnaúm, mientras que el sepulcro no está sino a unos pocos brazos de profundidad. El Señor quiere decir que esa ciudad descenderá tan profundamente como parece estar exaltada. En Lucas 16, donde se dice que el rico purpurado estaba en los tormentos del infierno, no se puede interpretar ἅδης como sepulcro, a menos que se quiera sostener que las almas están en los sepulcros con los cuerpos.

Añádase a esto que Crisóstomo, en sus homilías sobre Lázaro, siempre entiende ἅδης como el lugar donde estaba el rico, es decir, el infierno. Además, Luciano, en su diálogo sobre el luto, dice que ἅδης es un lugar profundo bajo la tierra. Platón, en el libro 2 de La República, dice: "En el Hades daremos cuenta de nuestros actos", lo que claramente no se refiere al sepulcro. Finalmente, Henrico Estéfano, en su gran tesoro griego (posiblemente para favorecer a Beza), dice que ἅδης puede tomarse como sepulcro, pero no encontró ningún autor que lo hubiera usado de esa manera, aunque citó a muchos que lo usaban con el significado de infierno.

El nombre hebreo que aparece repetidamente en el Antiguo Testamento es שְׁאוֹל (Sheol), que Beza sostiene que siempre significa sepulcro, lo cual es falso. Sheol significa abismo y generalmente se entiende como el lugar subterráneo de las almas, rara vez o nunca como sepulcro. Lo pruebo, primero, con el pasaje de Génesis 37: "Descenderé en duelo a mi hijo hasta el infierno" (la palabra hebrea es שְׁאוֹל). No puede referirse al sepulcro, ya que Jacob creía que su hijo había sido devorado por fieras y, por tanto, no había tenido sepultura.

En Números 16, dice: "Descendieron vivos al infierno, cubiertos por la tierra." Estas palabras, según Epifanio en Ancorato y Jerónimo en su comentario sobre Efesios 4, se entienden como referidas al lugar de los condenados. En ambos casos, la palabra hebrea es שְׁאוֹל. En el Salmo 138: "Si subo al cielo, allí estás; si desciendo al infierno, allí también estás", se oponen dos lugares extremadamente distantes de la superficie de la Tierra: el cielo altísimo y el profundo infierno. El sepulcro, en cambio, no se encuentra a más de unos palmos de la superficie, y muchos sepulcros de mármol incluso sobresalen sobre la superficie.

En Isaías 14, se dice al rey de Babilonia, y en su figura al diablo: "Dijiste: Subiré al cielo... pero serás derribado hasta el infierno, al fondo del abismo." En cuanto se refiere al diablo, el infierno no puede significar sepulcro, ya que el diablo no está en un sepulcro. Y en cuanto al rey de Babilonia, tampoco puede significar sepulcro, ya que se perdería la antítesis, además de que se menciona que este rey no tendría sepultura.

Se añade también el consenso de casi todos los que podían juzgar esta cuestión. Los Setenta tradujeron שְׁאוֹל siempre como ἅδης, nunca como τάφος. Jerónimo lo traduce siempre como "infierno", nunca como "sepulcro". El tárgum lo traduce como gehena (el infierno). Los rabinos David y Abenezra interpretan Sheol como el lugar subterráneo de las almas.

Beza, sin embargo, se contradice. En su libro contra Brentio, defendiendo que los infiernos son lugares subterráneos reales, alega que en el Salmo 138 y en Números 16, la palabra שְׁאוֹל se refiere a un lugar subterráneo. Sin embargo, en su libro contra Castalion, argumenta que en Hechos 2 la palabra "infierno" debe entenderse como sepulcro. Así, adopta dos posturas opuestas según lo que más le convenga.

Finalmente, se prueba por razones naturales que es razonable que el lugar de los demonios y de los hombres impíos esté muy distante del lugar donde los ángeles y los bienaventurados habitarán eternamente. Y puesto que el cielo es el lugar de los bienaventurados, el lugar más distante del cielo es el centro de la Tierra.

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