CAP. VII: Que descender a los infiernos no es extinguirse por completo.

La primera opinión es que descender a los infiernos significa perecer y extinguirse completamente. Brentio, en su Catecismo del año 1551, dice que descender a los infiernos significa perecer completamente. Y en Hechos 2, introduce a Cristo diciendo: "Descenderé al infierno, sentiré los dolores del infierno, y pareceré haber perecido por completo."

De igual manera, Calvino, en su obra Psychopannychia, queriendo probar que las almas de los justos, después de separarse del cuerpo, no duermen, es decir, no se extinguen, como afirman algunos anabaptistas, a quienes refuta en todo el libro, lo demuestra a partir del alma de Cristo, que después de la separación de su cuerpo no fue extinguida ni absorbida por la muerte, sino que permaneció inmortal. Y dice que esto es lo que se significa con las palabras de Hechos 2: "No dejarás mi alma en el infierno." "Estas palabras," dice Calvino, "nos aseguran con total certeza que Cristo no pudo ser extinguido por la muerte, ni siquiera según su humanidad. La verdadera muerte fue la disolución del cuerpo y el alma; sin embargo, su alma nunca perdió su vida, ya que fue encomendada al Padre, y no podía no ser preservada." Así lo explican las palabras del sermón de Pedro, donde afirma que era imposible que Cristo fuera retenido por la muerte, para que se cumpliera la Escritura: "No dejarás mi alma en el infierno." Pues su alma fue sostenida por la virtud divina para que no cayera en la perdición, y su cuerpo fue preservado en el sepulcro para la resurrección, etc.

Ciertamente parece que aquí Calvino entiende el infierno como la extinción completa del alma. Pues prueba que el alma de Cristo, en la muerte de su cuerpo, no fue extinguida, ya que no fue absorbida por el infierno. ¿Qué significa entonces para Calvino ser absorbido por el infierno, sino que el alma sea completamente extinguida? Pero poco después lo declara más claramente, pues dice:

"Nos ofrece también otro argumento para la inmortalidad de su alma cuando establece a Jonás, que estuvo tres días sumergido en el vientre del cetáceo, como tipo de su muerte. Ese vientre representa la muerte, y, por lo tanto, tuvo su alma a salvo en la muerte." Y más adelante lo prueba a partir del sacrificio de Isaac: "¿Qué significa," dice, "que Isaac no muriera, sino que lo que es propio del ser humano, Cristo lo preservó como inmortal, es decir, el alma? Mientras que el carnero, un animal irracional que fue sustituido en su lugar para la muerte, representa el cuerpo."

Esta opinión no necesita refutación, pues es el fundamento del ateísmo. Si Cristo, por estar sostenido por la divinidad, conservó su alma inmortal en la muerte de su cuerpo, entonces los demás hombres, que no están sostenidos por la divinidad, se extinguen completamente en la muerte. Por lo tanto, el alma humana no es inmortal.

Podrían decir quizás que los piadosos no se extinguen en la muerte, ya que Cristo venció a la muerte por ellos y por los suyos. Por lo tanto, al menos todos los impíos se extinguen completamente, y esto es descender a los infiernos. Calvino niega esto al final del libro, donde afirma que incluso los impíos viven después de la muerte, aunque en medio de tormentos.

Pero esto no concuerda bien con lo anterior. O Calvino no prueba bien que el alma de Cristo permaneció inmortal porque estaba unida a la divinidad y no se permitió que cayera en el infierno, o de lo contrario, se sigue que las almas de los impíos, que caen en el infierno, se extinguen por completo. Además, el apóstol Pedro, en Hechos 2, no dijo que el alma de Cristo no estuviera en el infierno, sino que no fue dejada allí por mucho tiempo. Y en el Símbolo, ¿no leemos que "descendió a los infiernos"? Por lo tanto, si descender a los infiernos significa extinguirse, también el alma de Cristo se extinguió, aunque después fue resucitada. Pero esto es precisamente lo que afirman los anabaptistas. Así, la opinión de Calvino se contradice a sí misma y abre el camino al ateísmo.

© 2025 Bibliotecatolica
Todos los derechos reservados

contacto@bibliotecatolica.com

Accepted payment methods: Credit and Debit cards
Powered by PayPal