- Tabla de Contenidos
- CAP. I: Se demuestra que la edición hebrea de Moisés y los profetas nunca se ha perdido.
- CAP. II: Si la edición hebrea está corrompida.
- CAP. III: De la edición caldea.
- CAP. IV: De la edición siríaca.
- CAP. V: Sobre las diversas ediciones griegas.
- CAP. VI: Sobre la interpretación de los Setenta Ancianos.
- CAP. VII: Sobre la edición griega del Nuevo Testamento
- CAP. VIII: Sobre las ediciones latinas
- CAP. IX: Sobre el autor de la edición Vulgata
- CAP. X: Sobre la autoridad de la edición latina vulgata.
- CAP. XI: Se resuelven las objeciones de los herejes contra la edición latina vulgata.
- CAP. XII: Se defienden los pasajes que Kemnitius dice que están corrompidos en la edición vulgata.
- CAP. XIII: Se defienden los pasajes que Calvino afirma que el intérprete latino tradujo mal en los Salmos.
- CAP. XIV: Se defienden los pasajes que los herejes afirman que están corrompidos en la edición latina del Nuevo Testamento.
- CAP. XV: Sobre las ediciones vulgares.
- CAP. XVI: Se responden a las objeciones de los herejes.
CAP. XI: Se resuelven las objeciones tomadas de los Padres.
Ahora debemos responder a los testimonios que los adversarios extraen de los Padres. Kemnicio, en primer lugar, cita a Ireneo en el libro 3, capítulo 1, donde dice: "No hemos conocido la disposición de la salvación por otros, sino por aquellos a quienes llegó el Evangelio. El cual, primero lo predicaron, pero luego, por voluntad de Dios, lo entregaron a nosotros en las Escrituras, como fundamento y columna de nuestra fe." A esto, dice Kemnicio: "Los Apóstoles escribieron todo lo que predicaron oralmente."
Respondo: Ireneo no dice que los Apóstoles no predicaron nada más de lo que escribieron, sino que simplemente escribieron el Evangelio que antes habían predicado, lo cual es cierto y no está en contra de nosotros. Pero, incluso si Ireneo dijera que los Apóstoles escribieron todo lo que predicaron, no diría nada contra nuestra opinión. Hay dos puntos que deben notarse cuidadosamente tanto en este pasaje de Ireneo como en muchos otros de los antiguos Padres.
Primero, en la doctrina cristiana hay algunas cosas, tanto de fe como de moral, que son absolutamente necesarias para la salvación, como el conocimiento de los artículos del Credo de los Apóstoles, el conocimiento de los diez mandamientos y algunos sacramentos. Otras cosas no son tan necesarias como para que, sin su conocimiento explícito, fe y profesión, una persona no pueda salvarse, siempre y cuando tenga la voluntad de aceptarlas y creerlas cuando le sean legítimamente propuestas por la Iglesia.
Esta distinción se deduce del hecho de que, sin el conocimiento y la fe en los misterios del primer tipo, ningún adulto es admitido al bautismo; pero sin el conocimiento y la fe explícita en los misterios del segundo tipo, normalmente sí son admitidos.
En Hechos 2, después de un solo sermón de Pedro, en el que enseñó los principales puntos de fe sobre Cristo, fueron bautizadas unas tres mil personas en un día. Sin duda, no conocían nada más que lo necesario, y por eso se dice que después del bautismo perseveraban en la doctrina de los Apóstoles, es decir, aprendían lo que aún no habían oído sobre los misterios cristianos. De manera similar, Pablo, aunque consideraba a los Tesalonicenses entre los santos y elogiaba su fe y caridad, sin embargo, en 1 Tesalonicenses 3, dice: "Orando para que veamos vuestro rostro y completemos lo que falta a vuestra fe."
Segundo, debemos notar que los Apóstoles solían predicar a todos aquellas cosas que eran absolutamente necesarias, pero no enseñaban todo a todos; algunas cosas las enseñaban a todos, que eran útiles para todos, y otras solo a los prelados, obispos y presbíteros, como sobre la forma de gobernar la Iglesia, administrar los sacramentos, refutar a los herejes, etc., de la misma manera que hoy en día algunas cosas se discuten en las escuelas entre los doctos y otras se explican en el sermón popular. Así, en Hechos 20, el Apóstol instruye por separado a los obispos de Asia. Y en 1 Corintios 2, dice que habla sabiduría entre los perfectos. Y en 2 Timoteo 2, dice: "Estas cosas encarga a hombres fieles, que sean idóneos para enseñar también a otros." De la misma manera, Ireneo en el libro 4, capítulo 43, dice que los Apóstoles, junto con el episcopado, transmitieron a sus sucesores el don de la ciencia.
Con esto en mente, digo que los Apóstoles escribieron todo lo que era necesario para todos y que habían predicado abiertamente al público; pero no escribieron todo lo demás. Por lo tanto, cuando Ireneo dice que los Apóstoles escribieron lo que predicaron al mundo, es cierto y no está en contra de las tradiciones, porque no predicaron todo a la gente, sino solo lo que era necesario o útil para ellos; lo demás lo transmitieron por separado a los más perfectos.
Segundo, Kemnicio presenta a Orígenes, en el capítulo 3 sobre Romanos, en la homilía 25 sobre Mateo, en la homilía 7 sobre Ezequiel y en la homilía 1 sobre Jeremías, donde dice que no debemos hablar sobre cosas divinas según nuestro propio juicio, sino confirmar todo con testimonios de las Escrituras: "Es necesario para nosotros invocar las Sagradas Escrituras como testimonio. Pues nuestros propios pensamientos y explicaciones no tienen credibilidad sin estos testigos."
Respondo: Orígenes habla sobre las cuestiones más oscuras, que generalmente no son aquellas que tienen el testimonio de la tradición recibida en toda la Iglesia. De lo contrario, Orígenes afirma claramente en la homilía 5 sobre los Números que muchas cosas se observan en la Iglesia y deben observarse necesariamente, aunque no haya testimonios escritos de ellas.
Tercero, cita como testigo al emperador Constantino, quien en el Concilio de Nicea, según lo relata Teodoreto en el libro 1, capítulo 7, dijo: "Los libros evangélicos y apostólicos, y los oráculos de los antiguos profetas, nos instruyen claramente sobre qué debemos pensar acerca de las cosas divinas. Por lo tanto, dejando de lado la discordia, tomemos de las palabras divinamente inspiradas las explicaciones de las cuestiones."
Respondo: Este testimonio no debe ser considerado con tanta importancia como lo hacen Calvino y Kemnicio. Constantino fue un gran emperador, pero no un gran doctor de la Iglesia, especialmente si tomamos en cuenta la opinión de los herejes modernos y de los antiguos arrianos, quienes sostenían que Constantino en ese tiempo aún no había sido bautizado, y por lo tanto no conocía los misterios profundos de la religión.
Pero, admitiendo la autoridad de Constantino, digo que de todos los dogmas que conciernen a la naturaleza de Dios, existen testimonios en las Escrituras, y podemos ser plenamente y claramente instruidos en estos dogmas por las Escrituras, siempre que las entendamos correctamente. Sin embargo, el verdadero sentido de las Escrituras depende de la tradición no escrita de la Iglesia. Por lo tanto, Teodoreto, quien en el libro 1, capítulo 7, había narrado este discurso de Constantino, en el capítulo 8 relata que se presentaron las Escrituras de ambos lados y, como los arrianos no fueron convencidos porque interpretaban las mismas Escrituras de manera diferente a los católicos, fueron condenados por sermones no escritos, pero piadosamente entendidos; y nadie jamás ha dudado que Constantino estuvo de acuerdo con esa condena.
En cuarto lugar, Kemnicio cita a Atanasio, quien en su libro Contra los Gentiles o Contra los ídolos, al principio dice: “Las Sagradas Escrituras, inspiradas por Dios, son suficientes para toda instrucción sobre la verdad.”
Respondo: Kemnicio añadió la palabra "toda" en "instrucción sobre toda la verdad". Atanasio no dice "toda", sino simplemente “para la indicación de la verdad”. Allí no está hablando de todos los dogmas, sino solo de los dos que son los argumentos de los dos libros que escribe a Macario, es decir, que los ídolos no son dioses y que Cristo es verdadero Dios y también verdadero hombre, y ambos tienen testimonio claro en las Escrituras. Además, Atanasio añade allí que las Escrituras son suficientes para la indicación de la verdad de esos dos dogmas, pero no sin la explicación de los santos Padres, cuyos libros, como no todos pueden tenerlos fácilmente, dice que quiere escribir sobre lo que ha aprendido de sus predecesores.
En quinto lugar, Kemnicio cita a Basilio en el sermón sobre la confesión de la fe, donde dice: “Es un argumento de incredulidad y una señal certísima de soberbia si alguien quiere rechazar lo que está escrito o introducir algo que no está escrito.” Y en Summa Moralis 72, capítulo 1, y en Summa 80, capítulo 22, dice algo similar.
Respondo: Basilio habla de aquellos que añaden a los dogmas de la Escritura cosas contrarias o ajenas, y repugnantes a las Escrituras. Pues en el mismo sermón sobre la confesión de la fe dice que, al debatir contra los herejes, ha usado con frecuencia sermones no escritos, pero que están de acuerdo con las Escrituras; y que también el Apóstol no solo tomó testimonios de las Escrituras, sino también de los filósofos cuando no eran contrarios a las Escrituras. Además, Basilio también habla de aquellos que, no contentos con las palabras escritas, inventan otras por su propia cuenta, lo cual es una señal certísima de soberbia. Así pues, trata de las tradiciones inventadas por personas privadas, no de aquellas que la Iglesia ha recibido de los Apóstoles a través de la sucesión de los obispos.
Otro pasaje citado por Kemnicio es de la epístola 80, donde Basilio dice: "No creemos que la costumbre prevalente entre ellos deba ser tenida como ley y norma de la doctrina correcta. Por lo tanto, debemos mantenernos en el juicio de las Escrituras inspiradas por Dios."
Respondo: Kemnicio omitió las palabras que estaban en medio, las cuales eran contrarias a su posición. Pues la cuestión era si debía decirse que hay tres hipóstasis en Dios y una naturaleza. Algunos decían que no debía expresarse de esa manera, y presentaban como argumento la costumbre de su región, donde nadie usaba tales términos. A esto responde Basilio, quien sostenía lo contrario, que en otras regiones la costumbre era decir que hay tres hipóstasis en Dios y una naturaleza, y por lo tanto, si ellos no querían aceptar esta costumbre, tampoco era justo que quisieran imponer su costumbre como regla, sino que ambos deberían apoyarse en el juicio de las Escrituras, las cuales nadie puede rechazar. Así que vemos, en primer lugar, que no se trata de una tradición aceptada por toda la Iglesia, sino de costumbres particulares. En segundo lugar, Basilio apeló a las Escrituras porque las costumbres contrarias no podían establecer nada cierto.
En sexto lugar, cita a Crisóstomo en la homilía 1 sobre Mateo, homilía 3 sobre 2 Tesalonicenses, y homilía 13 sobre el Génesis, donde Crisóstomo dice que la Escritura es útil y clara en las cosas necesarias. ¿Pero qué relevancia tiene esto?
Luego, cita otro testimonio de Crisóstomo en la homilía 49 sobre Mateo, donde, al comentar el capítulo 24, dice: "Entonces los que estén en Judea huyan a los montes." Allí dice que en tiempos de herejías no hay otro medio para encontrar la verdad más que la lectura de las Escrituras. Pero este testimonio no es de Crisóstomo, sino del autor de la obra imperfecta, quien fue o un arriano o su obra fue corrompida por los arrianos en muchos lugares. Pues en la homilía 48 llama a los "homousianos" (quienes afirmaban que el Hijo es de la misma sustancia que el Padre) herejes, y en la homilía 49 habla casi siempre contra ellos. Por esta razón, este pasaje ha sido suprimido en algunas ediciones recientes, al ser considerado una interpolación de los arrianos.
Cita también otro testimonio de Crisóstomo en la homilía sobre el Salmo 95, donde dice: "Si algo se dice sin la Escritura, la mente de los oyentes duda, a veces asintiendo y a veces vacilando; pero cuando un testimonio de la voz divina sale de la Escritura, confirma tanto el discurso del que habla como la mente del oyente."
Respondo: Cuando en las palabras inmediatamente precedentes, Crisóstomo dice: "No es apropiado decir nada sin testigos, basándose únicamente en los pensamientos del alma", debemos entender que cuando añade: "si algo se dice sin la Escritura", quiere que entendamos que se refiere a que se dice solo con el pensamiento del alma. Por lo tanto, el sentido de sus palabras es que si algo se dice según una invención propia, no se persuadirá tan fácilmente como si lo que se dice estuviera confirmado por un testimonio de la Escritura.
Cita también otro testimonio de Crisóstomo en la homilía 13 sobre la segunda epístola a los Corintios: "Teniendo la balanza, la regla y la norma más exacta de todas, la afirmación de las leyes divinas, os ruego a todos que dejéis lo que parece correcto a esta persona o a aquella, y que investiguéis todo esto en las Escrituras."
Respondo: No está hablando de dogmas de fe ni de cuestiones morales oscuras, sino de la opinión de los carnales, que prefieren las riquezas a la pobreza, aunque las Escrituras enseñen clarísimamente que la pobreza es mucho más útil para la salvación. Por lo tanto, Crisóstomo aquí no dice nada más que esto: que en este caso es más digno de fe lo que dicen las Escrituras que lo que opina la gente.
Finalmente, cita otro testimonio de Crisóstomo en el comentario sobre Mateo 22: "Todo lo que se busca para la salvación ya está contenido en las Escrituras."
Respondo: Crisóstomo está hablando de los remedios contra los vicios, y enseña que no hay ningún vicio para el cual no se encuentre en la Escritura algún remedio. Esto también lo enseña Basilio en su discurso sobre el primer Salmo. Pero, ¿qué tiene esto que ver contra las tradiciones?
En séptimo lugar, Kemnicio cita a Epifanio, quien en la herejía 61 dice: "No podemos exponer cada cuestión según nuestras propias razonamientos, sino según la consecuencia de las Escrituras."
Respondo: Epifanio no dice que solo por la consecuencia de las Escrituras, y en otros lugares afirma claramente, como mostramos anteriormente, que no todo puede obtenerse de la Escritura y que, por lo tanto, la tradición es necesaria.
En octavo lugar, cita a Cirilo, quien en el libro Sobre la fe correcta a las Reinas dice: "Es necesario que sigamos las Escrituras divinas y en nada nos apartemos de su precepto."
Respondo: Cirilo no dice que no se puede decir nada que no esté en las Escrituras, sino que no se puede decir nada contra las Escrituras. Esto es lo que significa no apartarse de su precepto, lo cual también nosotros aceptamos de buen grado, ya que nunca hemos defendido tradiciones que contradigan las Escrituras.
También cita a Cirilo en la homilía 5 sobre Levítico, donde dice: "Yo pienso que en estos dos días pueden entenderse los dos Testamentos, en los cuales se puede buscar y discutir toda palabra que se refiera a Dios, y de ellos obtener todo conocimiento de las cosas. Y si queda algo que la Escritura divina no decida, no debe recibirse ninguna otra Escritura como autoridad para la ciencia."
Respondo: Primero, esas homilías sobre Levítico no son de San Cirilo, sino de Orígenes o de algún otro que frecuentemente destruye la letra para imponer sus propios sentidos místicos. Por lo tanto, esas homilías no tienen gran autoridad. Además, en el mismo lugar, el autor de la homilía no excluye la palabra de Dios no escrita, sino solo una "tercera Escritura", es decir, una Escritura humana que pretenda presentarse como divina.
En noveno lugar, cita a Teófilo en el libro 2 Sobre la Pascua, quien dice: "Es obra del espíritu diabólico pensar que algo fuera de la autoridad de las Sagradas Escrituras es divino."
Respondo: Teófilo habla de los libros apócrifos que algunos consideraban divinos. Es inapropiado, por no decir algo más grave, aplicar lo que se dice sobre una cosa a otra distinta.
En décimo lugar, cita a Apolinario, quien en el libro 5 de la Historia de Eusebio, capítulo 15, dice que se abstuvo durante mucho tiempo de escribir contra la herejía de Montano para no parecer a algunos que añadía algo a la palabra evangélica de Dios.
Respondo: Primero, estas palabras no se encuentran en todos los códices. Segundo, Apolinario no se refiere a la palabra evangélica escrita. Tercero, está hablando de añadir un nuevo dogma contrario, pues en el mismo lugar acusa a Montano de no haber guardado la doctrina que la Iglesia había recibido de los Apóstoles a través de la tradición y la sucesión de los obispos.
En undécimo lugar, cita a Tertuliano, quien en el libro Contra Hermógenes dice: "Adoro la plenitud de las Escrituras. Que el taller de Hermógenes muestre que está escrito. Si no está escrito, que tema aquella advertencia de '¡ay!' destinada a quienes añaden o quitan."
Respondo: Tertuliano habla de un solo dogma, es decir, que Dios creó todo de la nada, no de materia preexistente, como soñaba Hermógenes. Y como este dogma está clarísimamente contenido en las Escrituras, Tertuliano dice que adora la plenitud de la Escritura en cuanto a este dogma, y añade que Hermógenes, al añadir un dogma contrario y repugnante a la Escritura, cae en esa maldición que prohíbe añadir o quitar algo a la Escritura de manera que se altere su verdad.
En duodécimo lugar, cita a Cipriano, quien en la epístola a Pompeyo dice: "¿De dónde proviene esta tradición? ¿Desciende de la autoridad del Señor y el Evangelio, o proviene de los mandatos y epístolas de los Apóstoles? Porque Dios atestigua que deben hacerse aquellas cosas que están escritas, y propone a Josué diciendo: 'Este libro de la ley no se apartará de tu boca.' Si, por lo tanto, está ordenado en el Evangelio o está contenido en las epístolas y los hechos de los Apóstoles, que se observe esta santa tradición."
Respondo: Cipriano escribió esto cuando defendía su error, y no es sorprendente que razonara como suelen hacerlo los que yerran. Por eso, San Agustín, en el libro 5 Contra los Donatistas, capítulos 23 y siguientes, refuta con razón esta epístola. Además, aunque Cipriano rechazaba esa única tradición sobre el bautismo porque creía que estaba en contra de las Escrituras, no rechazaba las demás tradiciones que, aunque no estuvieran en las Escrituras, no eran contrarias a ellas.
En decimotercer lugar, cita el célebre dicho de Jerónimo en el primer capítulo de la epístola a Tito: "La charlatanería sin la autoridad de las Escrituras no tiene credibilidad." Y también cita en el capítulo 23 de Mateo: "Lo que no tiene autoridad de las Escrituras, se rechaza con la misma facilidad con que se prueba." Y en el capítulo 1 de Ageo: "Aquellos que sin autoridad y testimonio de las Escrituras, como si fuera por tradición apostólica, inventan y fabrican cosas, son golpeados por la espada de Dios." Finalmente, cita de su comentario sobre el Salmo 86: "El Señor narrará en las Escrituras de los pueblos y de los príncipes, de aquellos que fueron en ella. Mirad, dice, aquellos que fueron, no los que son, de modo que, exceptuando a los Apóstoles, todo lo que se diga después, será cortado, sin autoridad."
Respondo al primero: Kemnicio ha deformado el pasaje. Pues así lo dice Jerónimo: "La charlatanería sin la autoridad de las Escrituras no tiene credibilidad, a menos que parezca que fortalecen su falsa doctrina incluso con testimonios divinos." No llama "charlatanería" a lo que se dice fuera de la Escritura, sino que afirma que los charlatanes no encuentran credibilidad a menos que intenten confirmar sus errores con las Escrituras, lo que encaja muy bien con los herejes.
Al segundo: tampoco fue citado fielmente, pues Jerónimo no dijo universalmente "Lo que no tiene autoridad de las Escrituras, etc.", sino que, hablando de una sentencia particular, donde algunos trataban de probar con un libro apócrifo que Zacarías, a quien los judíos mataron entre el templo y el altar, era Zacarías, el padre de Juan Bautista, dijo: "Esto, como no tiene autoridad de las Escrituras, se rechaza con la misma facilidad con que se prueba." El sentido es que esta sentencia se probaba con un libro apócrifo, no con uno canónico, y por lo tanto se rechaza fácilmente.
Al tercero, la solución es clara: Jerónimo solo está hablando contra aquellos que inventan algo y, sin embargo, quieren que su invención parezca ser una tradición apostólica.
Finalmente, digo que en ese lugar Jerónimo rechaza lo que es ajeno a la doctrina apostólica, es decir, lo que es contrario y repugnante a las Escrituras.
En último lugar, citan a Agustín en su libro 2 de Doctrina Cristiana, capítulo 9, donde dice: "En las cosas que están claramente expuestas en la Escritura se encuentran todas aquellas que contienen la fe y los principios de conducta."
Respondo: Agustín habla de aquellos dogmas que son absolutamente necesarios para todos, como los contenidos en el Credo de los Apóstoles y en el Decálogo. Por eso, en el libro 2 de De Peccatorum Meritis et Remissione, capítulo final, dice: "Creo que también sobre esto habría una clarísima autoridad de los divinos oráculos si el hombre no pudiera ignorarlo sin poner en peligro la salvación prometida." Pero, además de esos, hay muchas otras cosas que se reciben únicamente por tradición, como hemos mostrado anteriormente en muchos lugares de Agustín.
En segundo lugar, citan de su libro 3 Contra las Cartas de Petiliano, capítulo 6: "Si alguien, ya sea sobre Cristo, sobre su Iglesia, o sobre cualquier otra cosa que pertenezca a la fe y a nuestra vida, no digo yo, sino lo que Pablo añadió: Si un ángel del cielo os predicara algo distinto de lo que habéis recibido en las Escrituras legales y evangélicas, sea anatema."
Respondo: Ya hemos mostrado anteriormente que Agustín, en su tratado 98 sobre Juan, interpreta "distinto" como "contrario".
En tercer lugar, citan varios pasajes de Agustín del libro 19 de La Ciudad de Dios, capítulo 18, el Tratado 2 sobre la Epístola de Juan, la epístola 163, el libro Sobre los Pastores, capítulo 14, y del libro 6 de Confesiones, capítulo 5. Pero en esos pasajes no hay absolutamente nada en contra de las tradiciones. Solo afirma que los dogmas deben probarse con las Escrituras cuando se tienen testimonios de las Escrituras; que se debe creer en las Escrituras; que no se debe decir nada contra ellas, y cosas similares, que son muy verdaderas, pero que se citan en vano en contra de las tradiciones o en favor de la suficiencia de las Escrituras, ya que en ningún lugar Agustín indica tal cosa.
En cuarto lugar, citan de su libro Sobre el Bien de la Viudez, capítulo 1: "¿Qué más puedo enseñarte que lo que leemos en el Apóstol? Pues la Sagrada Escritura fija la regla de nuestra enseñanza, para que no nos atrevamos a pensar más de lo necesario. Por lo tanto, no tengo nada más que enseñarte que exponerte las palabras del Maestro."
Respondo: Agustín no está hablando de todo dogma, sino únicamente sobre la profesión de la viudez, cuya bondad el Apóstol ya había expuesto suficientemente en 1 Corintios 7. Por eso Agustín dice que le basta con exponer las palabras del Apóstol. En cuanto a lo que Agustín generaliza cuando dice "La Escritura fija la regla de nuestra enseñanza para que no nos atrevamos a pensar más de lo necesario", lo dice en contra de aquellos que inventan nuevas doctrinas según su propio juicio, que no son conformes con las Escrituras.
En quinto lugar, citan de su libro 3 Contra Maximino, capítulo 14: "Pero ahora, ni yo debo presentar el Concilio de Nicea, ni tú el de Ariminum, como si fuera un prejuicio a favor de nuestra causa. No estamos sujetos a la autoridad de ninguno de estos: que la discusión entre los hechos, las causas y los argumentos sea con las autoridades de las Escrituras, no con los escritos de personas particulares, sino con testigos comunes a ambas partes." Y citan algo similar del Salmo 57: "Dejemos a un lado nuestros documentos, y que el libro de Dios salga a la luz; escuchemos a Cristo hablando, escuchemos la verdad que proclama." Similar se encuentra en el libro Sobre la Unidad de la Iglesia, capítulos 3, 6, 10 y 16.
Respondo: Al principio parece que en estos pasajes se dice algo en contra de los Concilios, pero no en contra de las tradiciones. Y podemos demostrar fácilmente que Agustín no enseña nada en contra de los Concilios, ya que es cierto que no pretendía excluir los Concilios de estas disputas, y limitarse solo a las Escrituras, dado que creía en la gran autoridad de los Concilios legítimos. Hay dos razones para ello: primero, para facilitar la discusión. Si Agustín hubiera querido argumentar desde un Concilio, habría tenido que probar primero que los Concilios debían aceptarse, lo que habría sido demasiado largo. Esta razón era especialmente válida contra los arrianos, que de ninguna manera aceptaban el Concilio de Nicea. Segunda razón: en las cuestiones que se discutían entonces, existían clarísimos testimonios en las Escrituras, que sin duda debían preferirse a todos los testimonios de los Concilios. Esta razón es particularmente aplicable contra los donatistas en la cuestión de la Iglesia. De lo contrario, el mismo Agustín, en las epístolas 118, 162, 165, 166, y en el libro Sobre el Bautismo, frecuentemente recurre a los Concilios y las tradiciones, e incluso a las respuestas de los Papas y los emperadores.
En sexto lugar, citan de su libro 2 Sobre los Méritos y la Remisión de los Pecados, capítulo 36: "Donde se discute sobre un asunto muy oscuro, sin el apoyo de ciertos y claros testimonios de las Escrituras divinas, la presunción humana debe contenerse, sin inclinarse hacia ningún lado."
Respondo: Agustín habla aquí de cuestiones muy oscuras, como la cuestión sobre el origen de las almas, para cuya resolución no se disponen de testimonios claros, sino solo algunas conjeturas de las Sagradas Escrituras. Pero esto no tiene nada que ver con las tradiciones, que están firmemente establecidas por el consenso de toda la Iglesia y de todos los antiguos, lo cual Agustín considera un argumento muy importante, especialmente en el libro 1 Contra Cresconio, capítulo 33, donde dice: "Mantenemos la verdad de las Escrituras cuando hacemos lo que agrada a toda la Iglesia, aunque no leamos nada escrito sobre ello."
En séptimo lugar, citan de su libro Sobre la Catequesis de los Principiantes, capítulos 3 y 6, donde Agustín enseña que debe proponerse a los catecúmenos un resumen breve de doctrina extraído de las Escrituras, y cuando ellos declaren que creen y prometan observarlo, deben ser bautizados. De esto, Kemnicio quiere concluir que lo que se contiene en las Escrituras es suficiente para el cristiano.
Respondo: Es cierto que esto es suficiente para que alguien pueda ser bautizado, pero no es suficiente absolutamente para la Iglesia de Dios. De lo contrario, también podríamos concluir que el Credo de los Apóstoles es suficiente para la Iglesia, y que todo lo demás es superfluo.
Estos son, pues, los testimonios de los antiguos citados por los herejes. Hay tres cosas que se deben notar: Primero, que hemos citado el doble de testimonios en contra de lo que ellos han presentado. Segundo, que nuestros testimonios enseñan expresamente sobre la aceptación de las tradiciones no escritas, tanto que los herejes, al no poder negarlo, recurren frecuentemente a blasfemias. Tercero, que los testimonios citados por ellos no se refieren propiamente a las tradiciones, sino que los adversarios los retuercen hacia esa dirección mediante malas consecuencias. Por último, los adversarios, convencidos por la evidencia de los testimonios, a veces admiten que algunas tradiciones fueron defendidas por los Padres; mientras que nosotros no podemos admitir que ningún Padre haya combatido las tradiciones.