- Tabla de Contenidos
- PORTADA Y DEDICACIÓN
- PROEMIO
- PRIMERA DISERTACIÓN SOBRE LOS ESQUEMAS Y TROPOS DE LA SAGRADA ESCRITURA
- SEGUNDA DISERTACIÓN SOBRE LOS ESQUEMAS, ESTO ES, LAS FIGURAS DE LOCUCIÓN
- TERCERA DISERTACIÓN DE LOS ESQUEMAS DE LAS ORACIONES
- CUARTA DISERTACIÓN SOBRE EL MÚLTIPLE SENTIDO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS
- QUINTA DISERTACION DE LA CREACIÓN DEL MUNDO EN EL TIEMPO
- SEXTA DISERTACIÓN SOBRE LOS PRINCIPIOS DE LAS COSAS
Versículos 9 - 10:
Texto hebreo: Y llamó el Señor Dios a Adán y le dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: Oí tu voz en el paraíso y tuve miedo, porque estaba desnudo y me escondí.
Viendo el clementísimo Dios que el hombre había caído precipitadamente en el pecado, y deseando sacarlo de su pecado, lo llama, diciendo: Adán, ¿dónde estás? No lo pregunta Dios por ignorancia, como si no supiera dónde estaba, quien tiene todas las cosas presentes; sino para que Adán mismo considerara dónde estaba, en qué estado se había puesto y en qué miserable condición se había precipitado junto con toda su familia y posteridad, y así se provocara al arrepentimiento, reconociera y confesara humildemente su culpa, y para que, a partir de su respuesta, Dios lo acusara de su pecado. Adán, ¿dónde estás? ¿Dónde estás tú, de quien yo, en mi infinita bondad, creé una naturaleza tan excelente y casi divina? A quien visitando enriquecí y adorné con los más grandes dones y gracias: a quien yo disminuí un poco menos que a los ángeles, y ¿qué digo menos que a los ángeles? –pues te hice su compañero y conciudadano–, disminuí un poco menos que a Dios y te establecí sobre todas las obras de mis manos: a cuyos pies sometí todas las cosas, todas las ovejas y bueyes, y además las bestias del campo, las aves del cielo y los peces del mar, que recorren las sendas del mar: a quien coroné de gloria y honor y a nadie más sometí a tu dominio que a mí. Adán, ¿dónde tú? ¿Cómo es que estando en honor no lo entendiste, sino que te sometiste al dominio de la antigua serpiente, Lucifer? ¿Dónde están los grandes dones con los que te adorné? ¿Quién te despojó de todos esos bienes que yo, en mi bondad, te había dado? ¿Cómo te comparaste a los animales y te hiciste semejante a ellos? Adán, ¿dónde estás?
Me parece que con estas palabras Dios llama al hombre para que se presente y dé razón de su acto, de modo que se recuerde el principio del juicio, que no debe emitir sentencia sobre el culpable sin haber sido antes legalmente citado, interrogado y convicto. Pero el hombre, no pudiendo dar razón de su acto, se alejó y se escondió, y obligado a responder, sin saber a dónde dirigirse, dijo:
"Oí tu voz, Señor, en el paraíso... y tuve miedo, porque estaba desnudo".
No percibió correctamente el sentido de las palabras del Señor. Dios le preguntó dónde estaba, no porque no lo supiera, sino para que a través de esto el hombre reconociera su estado y confesara humildemente su error y pidiera perdón. Pero él creyó que se le preguntaba por su lugar y respondió que se escondía entre los árboles, entre los cuales intentaba de alguna manera cubrir su desnudez, para no estar ante Dios con el máximo rubor de su desnudez.