Versículos 11 - 13

Texto Hebreo: Y vio Dios la tierra y he aquí estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Y dijo Dios a Noé: El fin de toda carne ha venido ante mí, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos, y he aquí que los destruiré con la tierra.

Paráfrasis Caldea: Y vio Dios la tierra y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne humana había corrompido su camino. Y dijo Dios a Noé: El fin de toda carne ha venido ante mi presencia, porque la tierra está llena de violencias, o robos a causa de sus malas obras, y he aquí que los destruiré con la tierra.

Los Griegos tienen: El tiempo de todo hombre ha venido ante mí.

El Targum Jerusalemitano tiene: La tierra está llena de חוֹמָסִיֹן וְגוֹזָלּיֹן, es decir, de ladrones y raptores.

Pero la tierra estaba corrompida ante el Señor: o: Y vio Dios la tierra y he aquí estaba corrompida: como se dijo arriba: Viendo Dios que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, porque toda su perversidad tanto de mente y corazón en pensamiento, como de hechos en obra: esto es, que la tierra estaba corrompida. Pero bajo el nombre de tierra no entendemos aquella que pisamos con los pies, sino los hombres que están en la tierra, como leemos en el Evangelio: Vosotros sois la sal de la tierra; porque a los hombres de aquella perversa generación, corrompidos y pervertidos por todos los géneros de pecados, no les correspondía otro nombre: como se dijo a Adán después del pecado: Tierra eres y a la tierra volverás. Pues los pecadores verdaderamente se dice que van a la tierra, porque sus cuerpos, siendo tomados de la tierra, también se convierten en tierra, y nunca se les dará un lugar más digno; y sus almas, aunque tienen un origen celestial, llevadas y deprimidas por el peso excesivo y gravísimo de los pecados, tan pronto como se liberan del cuerpo, descienden al infierno, a aquella tierra tenebrosa y cubierta de la oscuridad de la muerte, tierra de miseria y tinieblas, donde habita la sombra de la muerte y no hay orden, sino un horror eterno.

Entonces Dios vio la tierra, es decir, a los hombres terrenales, y vio que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino. También entendemos por carne aquí al hombre, no a los animales brutos, que son guiados hacia su fin sin error por su inteligencia, y nunca se desvían ni se equivocan, sino que, sin romper en absoluto las leyes de la naturaleza, siempre avanzan rectamente hacia su fin. Por lo tanto, toda esta carne que corrompió su camino es el hombre, de quien se dijo antes: Mi espíritu no permanecerá en el hombre para siempre, porque es carne. Esta carne corrompió su camino con una lascivia muy vil y obscena; sin tener en cuenta la multiplicación de la especie, sin considerar la honestidad, encontraron modos indebidos y uniones que la naturaleza aborrece. Pues sus mujeres cambiaron el uso natural por aquel uso que es contra la naturaleza; y de igual manera también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en deseos entre sí, hombres con hombres cometiendo actos vergonzosos. Por lo tanto, conmovido, Dios dijo a Noé:

El fin de toda carne ha venido ante mí: ha llegado, dice, a mi conocimiento la maldad de esta generación perversa desde el principio, y entonces justamente merecía que la borrara de la tierra; pero como no deseo la muerte del pecador, sino más bien que se convierta y viva, les concedí misericordiosa y benignamente un tiempo de ciento veinte años para que se arrepintieran, si acaso se apartaran de su mal camino y enmendaran sus caminos y propósitos, y me arrepintiera del mal que había hablado contra esta gente. Sin embargo, ya se ha cumplido y terminado este tiempo de arrepentimiento; añadiendo iniquidades a las iniquidades, están completamente llenos de toda maldad. Pues la tierra está llena de iniquidad a causa de sus malas obras: ellos ya estaban llenos de maldad antes, ahora están completamente llenos de toda iniquidad, malicia, fornicación, avaricia, perversidad, llenos de envidia, homicidios, contienda, engaño, malignidad, robos y latrocinios; murmuradores, detractores, odiados por Dios, insolentes, arrogantes, soberbios, inventores de males, desobedientes a los padres, insensatos, desordenados, sin afecto, sin pacto, sin misericordia: no reconocen ni entienden mi justicia. Veo que los que hacen tales cosas son dignos de muerte: ¿qué, pues, es necesario hacer? Los destruiré junto con la tierra. Tú, pues, Noé, hombre justo y perfecto, ya que has hallado gracia ante mis ojos, no perecerás con los impíos.

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