Versículo 6: Porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra, y no había hombre que trabajara la tierra; sino que subía un manantial de la tierra y regaba toda la superficie de la tierra.

Lo que nuestra edición tiene como manantial, fue tomado de los Setenta; pues ellos así lo tienen: Πηγὴ δὲ ἀνέβαινεν ἐκ τῆς γῆς: Sin embargo, subía un manantial de la tierra.

Sin embargo, la lectura hebrea tiene ְואֵד , que es vapor o nube.

El intérprete caldeo también lo tradujo ָנא ָנ ﬠֲ , es decir, nube.

El rabino Salomón dice aquí por qué razón no había llovido el Señor Dios; «porque no había hombre para cultivar la tierra, y estimara la bondad de los cuerpos; y cuando llegó el hombre, reconoció que eran necesarias para el mundo, y oró por ellas, y descendieron, y germinaron los árboles y las hierbas. אלהים ה: Señor Dios: ה, es decir, יהוה es su nombre; אלהים es el nombre del poder y juicio sobre todas las cosas; y así esta es la interpretación en todo lugar, según su simplicidad: Señor: יהוה, que es Dios: אלהים». Y subía un vapor. El rabino Salomón dice que “el vapor subía por la creación del hombre; subió el abismo y regó las nubes para infundir el polvo y se creó el hombre, como un panadero que añade agua y luego mezcla los ingredientes; también aquí regó y luego formó”. El rabino Aben Ezra dice que «el vapor subía como humo de la tierra, por la virtud de los astros y regaba la tierra y germinaba. Y Gaón dice que su interpretación es: Y el vapor no subía de la tierra».

Nosotros, sin embargo, lo explicamos de esta manera: Cuando Moisés mencionó la producción primaria de todos los brotes y hierbas, no hecha a partir de causas naturales, sino por la virtud divina que lo ordenaba y lo hacía, dicha posición se prueba en el presente, mostrando que las causas naturales de los brotes y germinaciones faltaban entonces cuando estas fueron hechas por Dios como primer autor. En efecto, la humedad acuosa, principal y necesaria para la tierra, el origen y alimento de las cosas nacientes, no existía cuando estas fueron hechas. Esto se evidencia al afirmar que el Señor Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que cultivara la tierra; pues estas cosas, que surgen de la tierra, son muy ayudadas por la diligencia y trabajo de los agricultores, y no podrían ser ayudadas en absoluto cuando no había hombre.

Sin embargo, lo que sigue: Pero subía un manantial, es muy satisfactorio si se interpreta negativamente; de lo contrario, destruye la razón expuesta por Moisés anteriormente. Porque si subía un manantial y regaba toda la superficie de la tierra, la tierra estaría habitada con la humedad acuosa, con la cual podría producir y nutrir los brotes; y así no faltaría la causa y el origen natural primario de los brotes. O si, según la Letra Hebrea, entendemos aquí vapor, que subía y regaba toda la superficie de la tierra, ¿cómo es cierto que aún no había llovido el Señor Dios sobre la tierra? Pero si se interpreta negativamente, cesa toda objeción y queda una razón muy sólida, para que sea claro que la primera producción de los brotes fue obra de Dios como autor, ya que no existían en absoluto sus causas naturales. Pues Dios no había llovido, y así la tierra no estaba impregnada de humedad acuosa; ni podía ser ayudada por el trabajo de los agricultores para germinar, ya que no había hombre que la cultivara; y tampoco ascendía de la tierra vapor en forma de nube, que se resolviera en agua y se convirtiera en lluvia para regar la tierra seca; ni subía algún manantial que regara la tierra.

Sin embargo, para no desviarnos demasiado de la exposición común de todos, ni destruir la razón del Santo Profeta, lo exponemos afirmativamente, pero en cuanto al futuro. Pues así lo tiene la Letra Hebrea: Y subirá vapor y regará toda la superficie de la tierra: para que esto no se refiera a la producción de brotes y arbustos, que se hizo el tercer día, sino a lo que posteriormente se hará por la virtud de la naturaleza. Por lo tanto, el sentido de Moisés es: la producción primaria de los arbustos y brotes se hizo por virtud divina; pero lo que se hará después por la virtud de la naturaleza, se hará así: subirá vapor, y resuelto en agua en las nubes del cielo, se convertirá en lluvia y regará toda la superficie de la tierra; impregnando la tierra con humedad acuosa, la fecundará.

© 2025 Bibliotecatolica
Todos los derechos reservados

contacto@bibliotecatolica.com

Accepted payment methods: Credit and Debit cards
Powered by PayPal