- Tabla de Contenidos
- PORTADA Y DEDICACIÓN
- PROEMIO
- PRIMERA DISERTACIÓN SOBRE LOS ESQUEMAS Y TROPOS DE LA SAGRADA ESCRITURA
- SEGUNDA DISERTACIÓN SOBRE LOS ESQUEMAS, ESTO ES, LAS FIGURAS DE LOCUCIÓN
- TERCERA DISERTACIÓN DE LOS ESQUEMAS DE LAS ORACIONES
- CUARTA DISERTACIÓN SOBRE EL MÚLTIPLE SENTIDO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS
- QUINTA DISERTACION DE LA CREACIÓN DEL MUNDO EN EL TIEMPO
- SEXTA DISERTACIÓN SOBRE LOS PRINCIPIOS DE LAS COSAS
Versículos 4 - 5
Y el arca reposó en el séptimo mes, el día veintisiete del mes, sobre los montes de Armenia. Sin embargo, las aguas seguían y disminuían hasta el décimo mes; pues en el décimo mes, el primer día del mes, aparecieron las cimas de las montañas.
Texto Hebreo: Y el arca reposó en el séptimo mes, el día diecisiete del mes, sobre los montes de Ararat en Armenia. Y las aguas iban y disminuían hasta el décimo mes; en el décimo mes, el primer día del mes, se vieron las cimas de las montañas.
Moisés continúa mostrando la disminución y el descenso de las aguas, y dice que desde el final del día ciento cincuenta hasta el séptimo mes, las aguas, que habían excedido quince codos sobre todas las altas montañas, habían disminuido tanto que en el séptimo mes, por la escasez de agua, el arca descansó sobre los montes, ya no pudiendo flotar sobre la superficie del agua, sino que descansó sobre los montes de Armenia, encontrando allí un refugio. La providencia de Dios hizo que encontrara un refugio nivelado sobre las enormes rocas de esos montes; porque las naves, incluso si caen en lugares ásperos, e incluso si golpean bancos de arena o lugares arenosos, perecen en el naufragio; pero este arca, protegida por la providencia de Dios, sin sufrir ningún peligro de romperse, descansó sobre los montes de Armenia, encontrando allí un refugio donde permaneció inmóvil.
Esto ocurrió en el séptimo mes, el día veintisiete del mes, o el día diecisiete, según el Texto Hebreo, como también lo tiene el Intérprete Caldeo. Pero nuestro Intérprete, siguiendo a los Setenta, dijo el día veintisiete del mes; pues los Setenta así lo tienen. Sin embargo, cómo debe entenderse este séptimo mes presenta no poca dificultad. Y, de hecho, si lo entendemos de manera que esos ciento cincuenta días se sumen al segundo mes, en el cual comenzó el diluvio, tendremos claramente siete meses; porque desde el día diecisiete del segundo mes hasta el día diecisiete del séptimo mes transcurren ciento cincuenta días: pues ciento cincuenta días constituyen cinco meses; y así lo cuentan la mayoría de los doctores hebreos, entre los cuales está el Rabino Abrabanel.
Pero, en verdad, muchas incomodidades se siguen de esto. Primero, porque el diluvio fue continuo durante cuarenta días, en los cuales las aguas se multiplicaron y prevalecieron mucho sobre la tierra; después de estos días, durante ciento cincuenta días las aguas fueron fuertes sobre la tierra. Estos días constituyen seis meses y más de diez días; por lo tanto, no el séptimo mes, sino también el octavo, desde el cual comenzó el diluvio, ya había pasado. Si dices, como ellos opinan, que aquellos cuarenta días del diluvio están incluidos en el número de ciento cincuenta días, incluso así, no es posible; pues según la costumbre de la Sagrada Escritura y la costumbre de los hebreos, para quienes Moisés escribía, los meses deben ser considerados lunares, de los cuales uno consta de veintinueve días y el otro de treinta, de modo que dos meses no exceden de cincuenta y nueve días, y nunca ascienden a sesenta. Por lo tanto, ciento cincuenta días constituirán cinco meses lunares, y aún sobran tres o al menos dos días. No habría sido, entonces, el decimoséptimo día del séptimo mes, sino el decimonoveno o el vigésimo.
Luego, cuando la Escritura dice que en el séptimo mes, el decimoséptimo día del mes, el arca descansó sobre las montañas, sería lo mismo que decir que descansó el día ciento cincuenta. Pero dice que durante ciento cincuenta días las aguas fueron fuertes sobre la tierra, y que a partir del final de los ciento cincuenta días comenzaron a disminuir, es decir, después de ciento cincuenta días. Así como antes del día ciento cincuenta el arca no descansó, tampoco en ese día: porque en ese día aún eran fuertes, y al pasarlo, comenzaron a disminuir. Por lo tanto, es falso que la Escritura diga que el decimoséptimo día del séptimo mes el arca descansó, si el séptimo mes debe contarse desde el segundo, en el que comenzó el diluvio; y más aún, porque necesariamente se debe admitir que algunos días pasaron desde que las aguas comenzaron a disminuir hasta el momento en que el arca descansó. Porque para que el pequeño volumen de agua, en el que la parte inferior del arca estaba sumergida, disminuyera, pasó tiempo desde el decimoséptimo día del séptimo mes hasta el primer día del décimo mes: porque en el décimo mes, el primer día del mes, aparecieron las cimas de las montañas.
No se puede decir que el arca estaba sumergida en las aguas por quince codos completos: pues entonces no podría haber flotado sobre las montañas y ser llevada sobre la superficie de las aguas: sino que habría descansado. Después de que el agua disminuyó mucho, el arca descansó sobre las montañas y, por consiguiente, después de mucho tiempo; pues se requería más tiempo para que las enormes cantidades de agua disminuyeran, ya que eran más grandes y más vastas a medida que ascendían: como vemos que ocurre con aquellas cosas que crecen en la esfera; cuanto más se dista la periferia del centro, más ancha y amplia es; y aquellas aguas crecieron en un círculo ya que fue un diluvio universal, inundando la tierra por todos lados bajo todo el cielo.
Por lo tanto, entendemos sin ninguna controversia que el séptimo mes es desde el tiempo en que comenzó a inundar el diluvio. Si se consideran los cuarenta días de lluvia y los ciento cincuenta días en los que las aguas prevalecieron en su máxima fuerza sobre la tierra, según el cómputo de los meses lunares, tendremos seis meses completos y trece días; y los días que faltan hasta el decimoséptimo día desde el comienzo de la disminución de las aguas hasta el momento en que el arca descansó, es razonable suponer que pasaron; y así, desde el comienzo del diluvio hasta el séptimo mes y el decimoséptimo día del mes, sin ninguna objeción, se llega.
Según esta misma serie debe entenderse el décimo mes, cuyo primer día aparecieron las cimas de las montañas, de modo que desde el descanso del arca hasta el tiempo en que las cimas de las montañas aparecieron y pudieron ser vistas, pasaron casi dos meses y medio.
Pero, después de que pasaron cuarenta días, Noé abrió la ventana del arca que había hecho y soltó un cuervo; que salía y no regresaba, hasta que las aguas se secaron sobre la tierra. También envió una paloma después de él, para ver si las aguas ya habían cesado sobre la superficie de la tierra. Pero, como no encontró dónde reposar la planta de su pie, volvió a él en el arca; porque las aguas estaban sobre toda la superficie de la tierra. Extendió su mano, la tomó y la introdujo en el arca.