SAN BUENAVENTURA DE BAGNOREGIO

Doctor Seráfico de la Iglesia, Cardenal Obispo de Albano, Ministro General de la Orden Franciscana

(1221-1274)

Juan Fidanza nació en Bagnoregio, ciudad italiana al norte de Roma, cerca de Viterbo, en el año 1221. Sus padres fueron Juan Fidanza y María Ritella. De su infancia se sabe poco, sólo que fue curado de una grave enfermedad por intercesión de San Francisco de Asís, acontecimiento que marcaría profundamente su vida y su devoción al Pobrecillo de Asís.

Formación y vocación

Después de tomar el hábito en la orden seráfica, estudió en la Universidad de París, bajo la dirección del maestro inglés Alejandro de Hales. Fue en la capital francesa donde desarrolló su genio teológico y filosófico. Ingresó en la orden franciscana y se trasladó a París para completar los estudios teológicos en La Sorbona, donde fue discípulo de Alejandro de Hales.

Buenaventura enseñó teología y Sagrada Escritura en la Universidad de París, de 1248 a 1257. Su maestro Alejandro de Hales llegó a afirmar que "parecía que no había pecado en Adán", tal era la pureza e inocencia que irradiaba el joven franciscano.

Dones y características especiales

San Buenaventura se caracterizaba por la sencillez, la humildad y la caridad. A su genio penetrante unía un juicio muy equilibrado, que le permitía ir al fondo de las cuestiones y dejar de lado todo lo superfluo para discernir todo lo esencial. No se contentaba con la mera especulación académica, sino que transformaba el estudio en prolongación de la oración.

El rostro de Buenaventura reflejaba el gozo, fruto de la paz en que su alma vivía. Como el mismo santo escribió, "el gozo espiritual es la mejor señal de que la gracia habita en un alma". Su humildad era tan profunda que a veces se abstenía de comulgar por considerarse indigno, hasta que un milagro de Dios le permitió superar tales escrúpulos: un ángel tomó de las manos del sacerdote una parte de la hostia consagrada y la depositó en su boca.

Ministerio principal

En 1257 fue elegido general de los franciscanos, cuando apenas tenía treinta y seis años. La orden atravesaba un momento crítico, dividida entre los rigoristas llamados "espirituales" y quienes pedían mitigar la regla original. El joven superior general escribió una carta a todos los provinciales para exigirles la perfecta observancia de la regla y la reforma de los relajados, pero sin caer en los excesos de los espirituales.

San Buenaventura gobernó la orden de San Francisco durante diecisiete años y se le llama, con razón, el segundo fundador. Su gobierno se caracterizó por la prudencia, la caridad y el servicio. Decía a sus hermanos: "Los superiores deben recibir a los hermanos con caridad y bondad y portarse con ellos como si fuesen sus siervos, porque los superiores son, en verdad, los siervos de todos los hermanos".

En 1265, el Papa Clemente IV intentó nombrarlo arzobispo de York, pero San Buenaventura logró disuadirle. Sin embargo, al año siguiente, el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano, le ordenó aceptar el cargo por obediencia y le llamó inmediatamente a Roma. Cuando los legados pontificios fueron a entregarle las insignias cardenalicias, le hallaron en el convento franciscano de Mugello, lavando los platos. Como Buenaventura tenía las manos sucias, rogó a los legados que colgasen el capelo en la rama de un árbol y que se paseasen un poco por el huerto hasta que terminase su tarea.

Obras y contribuciones importantes

San Buenaventura fue un prolífico escritor cuyas obras han iluminado a la Iglesia a través de los siglos. Entre sus principales escritos destacan:

Obras teológicas:

  • "Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo", una verdadera suma de teología escolástica
  • "Quaestiones Disputatae: De Scientia Christi" (1254)
  • "Breviloquium", un compendio de teología

Obras místicas y espirituales:

  • "Itinerario del alma hacia Dios", donde enseña que la perfección cristiana consiste en hacer bien las acciones ordinarias y todo por amor de Dios
  • "El árbol de la vida", una obra teológica y mística que explora la relación entre Dios y la humanidad
  • "Soliloquio" y el tratado "Sobre el triple camino"
  • "Sobre la vida de perfección", destinado a las Clarisas Pobres

Obras biográficas:

  • "La Leyenda Mayor", la biografía oficial de San Francisco de Asís, escrita con tal devoción que Santo Tomás de Aquino se retiró diciendo: "Dejemos a un santo trabajar por otro santo"
  • "La Leyenda Menor", versión concisa de la anterior

Mereció el título de "Doctor Seráfico" por las virtudes angélicas que realzaban su saber. El Papa Sixto IV afirmó que "la manera como se expresa sobre la teología, indica que el Espíritu Santo hablaba por su boca".

Vida espiritual

La oración era la clave de la vida espiritual de San Buenaventura. No contento con transformar el estudio en una prolongación de la plegaria, consagraba gran parte de su tiempo a la oración propiamente dicha. Su devoción eucarística era profunda, y la Iglesia recomienda la oración que compuso para después de la misa: Transfige, dulcissime Domine Jesu...

Buenaventura ofrecía todos los estudios a la gloria de Dios y a su propia santificación, sin confundir el fin con los medios y sin dejar que degenerara su trabajo en disipación y vana curiosidad. Para él, la perfección cristiana no residía en actos extraordinarios sino en la fidelidad: "La perfección del cristiano consiste en hacer perfectamente las cosas ordinarias. La fidelidad en las cosas pequeñas es una virtud heroica".

Su amor a Dios le hacía suspirar por el cielo. Escribió: "Dios, todos los espíritus gloriosos y toda la familia del Rey Celestial nos esperan y desean que vayamos a reunirnos con ellos. ¡Es imposible que no se anhele ser admitido en tan dulce compañía!"

Últimos años y muerte

Gregorio X encomendó a San Buenaventura la preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon, acerca de la unión con los griegos ortodoxos. San Buenaventura fue, sin duda, el personaje más notable de la asamblea. Cuando llegaron los delegados griegos, el santo inició las conversaciones con ellos y la unión con Roma se llevó a cabo.

Murió el 15 de julio 1274 en Lyon, durante las celebraciones del Concilio. El Seráfico Doctor murió la noche del 14 al 15 de julio. Ello le ahorró la pena de ver a Constantinopla rechazar la unión por la que tanto había trabajado.

Pedro de Tarantaise, quien más tarde sería el Papa Inocencio V, predicó su panegírico afirmando: "Cuantos conocieron a Buenaventura le respetaron y le amaron. Bastaba simplemente con oírle predicar para sentirse movido a tomarle por consejero, porque era un hombre afable, cortés, humilde, cariñoso, compasivo, prudente, casto y adornado de todas las virtudes".

Canonización y legado

Fue canonizado en 1482 y declarado Doctor de la Iglesia en 1588. Fue proclamado doctor de la Iglesia en 1588 por Sixto V, mediante la bula Triumphantis Hierusalem.

Su influencia en la teología franciscana y en la espiritualidad católica es inmensa. Gerson, canciller de la Universidad de París, escribió sobre sus obras: "Me parece que las obras de Buenaventura son las más aptas para la instrucción de los fieles, por su solidez, ortodoxia y espíritu de devoción. No existe doctrina más sublime, más divina y más religiosa que la suya".

San Buenaventura armonizó la profundidad teológica con la sencillez franciscana, la especulación filosófica con la devoción mística, y el gobierno con el servicio humilde. Su doctrina sobre Cristo como centro de toda la creación y como camino único hacia Dios sigue iluminando a la Iglesia.

Fiesta litúrgica: 15 de julio


"El gozo espiritual es la mejor señal de que la gracia habita en un alma."

San Buenaventura nos enseña que la verdadera sabiduría no consiste en acumular conocimientos, sino en transformar el estudio en oración y la vida ordinaria en camino de santidad. Su ejemplo nos recuerda que la perfección cristiana está al alcance de todos, pues consiste en hacer con amor y fidelidad las cosas sencillas de cada día.

Obras:

AñoTítuloGénero
Cuestiones disputadas acerca de la ciencia de CristoEscritos de Santos
Itinerario de la mente a DiosEscritos de Santos