Versículos 15 - 17

"Y Dios habló a Noé, diciendo: Sal del arca tú y tu esposa, tus hijos y las esposas de tus hijos contigo. Todos los animales que están contigo, de toda carne, tanto en aves como en bestias y todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra, sácalos contigo y que se multipliquen sobre la tierra, crezcan y se multipliquen sobre ella."

Texto Hebreo: "Y Dios habló a Noé, diciendo: Sal del arca tú y tu esposa, y tus hijos y las esposas de tus hijos contigo. Todo animal que esté contigo, de toda carne, en aves y bestias y todo reptil que se arrastra sobre la tierra, sácalo contigo; y que se desparramen sobre la tierra, crezcan y se multipliquen sobre la tierra."

La Sagrada Escritura narra que, aunque Noé, un hombre justo y perfecto, había abierto el techo del arca y visto que la tierra estaba ya suficientemente seca y árida, como para poder sostener a los animales, él no quiso salir ni permitió que ninguno de los que estaban con él salieran del arca, sino que quiso esperar la orden divina para salir, tal como había entrado en el arca por mandato e instrucción de Dios. Por lo tanto, el Señor le habló, ya sea por una inspiración íntima en su mente, que es propio de Dios, o de cualquier otra manera conocida por él, quien todo lo sabe, por la cual el hombre justo supo con certeza que era la voluntad divina que saliera del arca para habitar la tierra.

“Sal del arca, tú y tu esposa, tus hijos y las esposas de tus hijos contigo”. Cuando le ordenó entrar en el arca, dijo: “Entra en el arca tú y tus hijos, tus esposas y las esposas de tus hijos contigo”: entonces separó a los hombres de sus esposas, pero ahora los une, porque entonces era tiempo de alejarse de los abrazos y no dedicarse a los placeres y deleites, sino a ayunos, oraciones y lágrimas, para aplacar la ira de Dios contra los hombres. Por lo tanto, Dios no quiso que los hombres en el arca se dedicaran al matrimonio, sino que estuvieran puros y santificados, absteniéndose de sus esposas y llevando una vida célibe. Ahora, sin embargo, los une nuevamente cuando les ordena salir del arca; quiere que se dediquen a la generación, para que la descendencia humana se extienda y se propague por todas partes: para esto los conservó, para que la semilla se salvara sobre la faz de toda la tierra.

De manera similar, ordena que todos los demás animales salgan del arca y se dediquen a la reproducción para propagar las especies; por eso dice: “Creced y multiplicaos sobre la tierra”: o proliferaos para que os multipliquéis sobre la tierra. Quiere que esos pocos hombres crezcan en grandes multitudes y naciones casi infinitas; por eso dice, según el hebreo: שָׁרְצוּ. שרצ significa engendrar y producir en multitud, como los peces y otros animales similares, que se engendran en gran cantidad, de modo que parecen brotar. Así se dice de los hijos de Israel en Egipto que crecieron: וישרצו, y nacieron en multitud, o, como dice nuestra Vulgata, se multiplicaron como brotes, tal vez porque las mujeres daban a luz gemelos o más hijos. Así quiere que estos hombres crezcan en grandes multitudes y se multipliquen, para que llenen la tierra.

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