San Juan de la Cruz

Doctor de la Iglesia, Místico, Poeta, Reformador del Carmelo

(1542-1591)

Juan de Yepes Álvarez nació el 24 de junio de 1542 en Fontiveros, provincia de Ávila, en pleno Siglo de Oro español. Hijo de Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez, creció en una familia de tejedores marcada por la pobreza tras la temprana muerte de su padre en 1543. Su madre, viuda y sin recursos, luchó por sacar adelante a sus tres hijos, trasladándose de Fontiveros a Arévalo y finalmente a Medina del Campo en 1551, donde Juan recibiría su formación inicial.

Formación y vocación

Juan ingresó al Colegio de los Doctrinos en Medina del Campo, donde aprendió diversos oficios mientras servía como monaguillo y enfermero en el Hospital de las Bubas. De 1559 a 1563 estudió gramática, retórica, filosofía, latín y griego en el colegio de la Compañía de Jesús. En 1563, a los 21 años, ingresó a la Orden del Carmen en Medina del Campo, tomando el nombre de Juan de Santo Matía. Profesó al año siguiente y continuó sus estudios de filosofía (1564-1567) y teología (1567-1568) en la Universidad de Salamanca, donde fue ordenado sacerdote en 1567.

Encuentro con Santa Teresa y la Reforma

En el verano-otoño de 1567, durante una visita a Medina del Campo, Juan se encontró con Santa Teresa de Jesús, quien tenía entonces 52 años mientras él apenas 25. Este encuentro cambiaría el rumbo de su vida. Teresa lo convenció de abandonar su plan de ingresar a la Cartuja y unirse a la reforma del Carmelo. Juan aceptó con una única condición: que se hiciera pronto. El 28 de noviembre de 1568, en el humilde convento de Duruelo (Ávila), se inauguró la vida de los Carmelitas Descalzos con tres frailes: Antonio de Heredia (de Jesús), José de Cristo y Juan, quien adoptó el nombre de Juan de la Cruz.

Ministerio principal

Juan de la Cruz desempeñó múltiples cargos en la reforma carmelitana:

  • Maestro de novicios en Duruelo y Mancera (1568-1571)
  • Rector del Colegio de San Cirilo en Alcalá de Henares (1571-1572)
  • Confesor y vicario del Monasterio de la Encarnación de Ávila (1572-1577), bajo el priorato de Santa Teresa
  • Superior del Convento del Calvario en Jaén (1578-1579)
  • Rector del Colegio de Baeza (1579-1582)
  • Prior del Convento de los Santos Mártires en Granada (1582-1588), donde fue prior tres veces y Vicario Provincial de Andalucía
  • Miembro de la Consulta en Segovia (1588-1591), segunda autoridad de la Orden

Obras y contribuciones importantes

La producción literaria de San Juan de la Cruz, aunque cuantitativamente limitada (poco más de mil páginas en prosa y casi mil versos), alcanza cumbres insuperables de la mística y la poesía española:

Obras mayores:

  • Subida del Monte Carmelo: Tratado sobre el camino de perfección hacia la unión con Dios mediante la purificación activa
  • Noche Oscura del Alma: Complemento de la Subida, explicando la purificación pasiva del alma
  • Cántico Espiritual (versiones A y B): Comentario al poema "¿Adónde te escondiste?", su obra predilecta sobre el diálogo amoroso entre el alma y Dios
  • Llama de Amor Viva (versiones A y B): Sobre la dimensión trinitaria de la vida mística y la acción del Espíritu Santo

Poemas principales: Los tres grandes poemas místicos que dan base a sus comentarios en prosa suman 264 versos y son considerados la cumbre de la poesía mística española: "Noche oscura", "Cántico espiritual" y "Llama de amor viva".

Escritos breves: Incluyen el Epistolario, Dichos de luz y amor, Cautelas, y diversos romances y coplas.

Vida espiritual

San Juan de la Cruz desarrolló una espiritualidad eminentemente teologal, centrada en las virtudes de fe, esperanza y caridad. Su magisterio se resume en:

  • El amor puro: Amar a Dios por Él mismo, libre de todo apego a las criaturas y consuelos espirituales
  • La noche oscura: Purificación profunda de sentidos y espíritu necesaria para la unión divina
  • La desnudez espiritual: "Para venir a lo que no eres, has de ir por donde no eres"
  • La vida teologal: Actualización de la persona por las tres virtudes teologales que orientan todo hacia Dios

Destacó como director espiritual excepcional, exorcista y maestro de la oración contemplativa, siendo alabado por Santa Teresa como "hombre celestial y divino" que "no hay otro que tanto afervore en el camino del cielo."

Últimos años y muerte

En 1591, tras el Capítulo de Madrid, Juan fue despojado de sus cargos y enviado a La Peñuela en agosto. Enfermó gravemente y el 28 de septiembre fue trasladado a Úbeda (Jaén), donde sufrió no solo por su dolencia (una infección estreptocócica con úlceras en las piernas) sino también por la hostilidad del prior del convento y la persecución de Diego Evangelista. Soportó todo con paciencia heroica y murió santamente en la noche del 13 al 14 de diciembre de 1591, a los 49 años. Sus últimas palabras fueron: "Hoy voy a cantar maitines al cielo". Su cuerpo fue trasladado a Segovia en 1593, donde reposa actualmente.

Canonización y legado

  • Beatificación: 25 de enero de 1675 por el Papa Clemente X
  • Canonización: 27 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto XIII
  • Doctor de la Iglesia: 24 de agosto de 1926 por el Papa Pío XI, con el título de "Doctor Místico" (Doctor mysticus)
  • Patronazgo: Declarado patrono de los poetas en lengua española (1952 oficialmente, aunque reconocido desde los años 40)

Su legado trasciende lo religioso para alcanzar la cumbre de la literatura universal. Poetas como Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Paul Valéry y T.S. Eliot lo consideraron no solo el máximo exponente de la mística española sino de toda la poesía en lengua castellana. Sus escritos, calificados por Pío XII como "pura fuente del sentido cristiano y del espíritu de la Iglesia", continúan iluminando el camino espiritual de innumerables almas.

Fiesta litúrgica: 14 de diciembre


"Donde no hay amor, poned amor y encontraréis amor."

"A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado."

San Juan de la Cruz nos enseña que el verdadero camino espiritual requiere desnudez de todo apego, purificación en la "noche oscura" y entrega total al amor divino. Su vida de pobreza, persecución y sufrimiento, unida a su profunda experiencia mística, nos recuerda que la perfección cristiana consiste no en grandes consuelos sino en el amor puro que busca a Dios por Él mismo. Que su ejemplo nos inspire a vivir con fe, esperanza y caridad, sabiendo que "el alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa."

Obras:

AñoTítuloGénero
EpistolarioEscritos de Santos